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La picardía huasa, un patrimonio de los chilenos

Revise este artículo con el que cerramos las Fiestas Patrias.
Autor:

Don "Pelele", vicepresidente de Ferochi 

Fiestas Patrias:

LA PICARDIA HUASA, UN PATRIMONIO DE LOS CHILENOS

El ingenio, la talla a flor de piel y la rapidez para contestar a una broma son un sello de miles de compatriotas. Esta "chispa" es fruto de la herencia campesina, donde "el huaso ladino" sigue tan vigente como hace siglos.

Por Raúl Pizarro, Comunicaciones de la Federación del Rodeo Chileno

            -Oiga, gancho ¿cuánto vale su carretón

-Unos cien, creo yo...

-Ah, entonces incluye el caballo.

           

Respuestas rápidas como ésas son el pan de cada día en la interrelación de muchos chilenos, en especial de aquéllos que provienen del campo.

           

El campo chileno ha sido, por siglos, fuente de inspiración para muchos que en sus vivencias e historias encontraron múltiples motivos para canciones, payas, bromas y?chistes.

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                Para Guillermo Trivelli Tromben, vicepresidente de la Federación de Rodeo y proveniente de una familia de agricultores, "en el campo hay más tiempo y tranquilidad para dar rienda suelta a la imaginación y de ahí que todos sean buenos para los chistes. La gente rural es muy ingeniosa".

            El mismo Trivelli cuenta una anécdota que retrata de cuerpo entero al huaso ladino, ése que vive con la picardía a flor de boca. Relata: "En una ocasión tenía que pagarle una mediería a un viejo muy re'acampado; tuve un problema, lo fui a ver y le dije que me esperara unos días, y en cuestión de segundos me respondió que no me preocupara: 'a usted le hace más falta que a mí, porque yo nunca he tenido niuno'. Eso demuestra la chispa y la instantaneidad del campesino".

            El fallecido historiador del rodeo, el arquitecto y académico Alberto Moreira Recchione, escribió múltiples trabajos sobre la autenticidad del hombre del campo: "el huaso es caballeroso, respetuoso, atento y con una gran alegría de vivir. Puede estar en aprietos, pero no pierde su sentido del humor".

            Guillermo Trivelli  -quien toda su vida ha cargado con el sobrenombre de "Pelele"- explica que el huaso ladino, con sus tallas y respuestas de gran ingenio, busca una especie de liderazgo en los grupos en que interactúa. "En la faena campesina, en una fiesta, en la tribuna de una medialuna, el bueno para los chistes se destaca de inmediato; es un fenómeno muy similar al que antiguamente protagonizaban algunos hinchas del fútbol en las galerías".

            El psicólogo licenciado de la Universidad Diego Portales, Rodrigo Aguirre Cristi, dice que los huasos son más sociables que los habitantes de la ciudad: "por años y años se han desenvuelto en medio de familias muy numerosas, en faenas colectivas y todo tipo de eventos de su rubro. Siempre en grupos. En ese marco hay mucha conversación y muchas bromas, de tal modo que la costumbre de echar la talla en forma aguda y permanente es una tradición que proviene de sus propias raíces".

           

Según Guillermo Trivelli, que es un tallero de primer nivel en el ámbito del rodeo, "las bromas no se preparan, porque en una de ésas a uno le puede salir el diablo y le responden con una mejor; se trata de reacciones  espontáneas nacidas de un sentimiento natural y en el segundo".

En una oportunidad, él mismo estaba en un palco de una medialuna y al darse cuenta de que el jinete a la mano de atrás iba muy callado, le gritó: "¿vay arreando o secreteándote con el toro?". La "salida" fue premiada con una risotada general de los presentes.

El psicólogo Aguirre -quien se desempeña en el Servicio Agrícola y Ganadero- agrega otro argumento para reforzar lo que expresa "Pelele" Trivelli. Dice que "por el hecho de no vivir en un medio estresado y estresante, como le ocurre al habitante de la ciudad, el huaso y el campesino en general andan siempre más relajados y es ese relajo el que les permite ser rápidos en sus dichos".

El director de la Federación de Rodeo  y ex campeón de Chile, Ricardo de la Fuente -a quien le apodan "Cacaro"- tuvo una respuesta ingeniosamente brillante. Durante un Rodeo Zonal en la medialuna de La Unión, un grupo de asistentes a la tribuna y muy chistosos, al ver que montaba un caballo overo, no vacilaron en gritarle "indio"?. De inmediato, el jinete les respondió desde la pista: "sí, pero yo me bajo y se me quita".

La gente del campo es generosa en la creación de historias y no vacila en contar episodios dignos de risas, aunque a veces no siempre don comprobables. Un grupo de curicanos suele contar un episodio  que, supuestamente, surgió de Ramón Cardemil Moraga, el recientemente fallecido siete veces campeón de Chile.

El relato consigna que un jinete amigo llegó tarde a una reunión  en casa de "On Ramo".

-¿Qué te pasó que llegaste atrasado?

-Es que en el camino se me atravesó un caballo?

-Y por qué no lo aprovechaste?- fue la irónica respuesta del campeón,

aludiendo a la necesaria postura de los mancos al momento de atajar.

En el mismo trabajo a que se hizo referencia antes, el historiador del rodeo Alberto Moreira Recchione escribió: "la gente del campo es muy observadora y tiene una gran agudeza para fijarse en un montón de detalles. Y en esos detallitos, para muchos imperceptibles, se fija para hacer sus bromas. Las payas van saliendo en la medida en que el cantor se va dando cuenta de gestos, vestimenta y hasta de los tonos de su contrincante ocasional".

            Son estos detalles los que contribuyen a crear los motes o sobrenombres con que son conocidos muchos huasos.

Un conocido secretario de rodeos, Eduardo Herrera, fue bautizado por su amigo Carlos Pereira como el "Échate pa'atrás".  Resulta que el primero de ellos debutó en un rodeo oficial en compañía de "Carlín" y cuando le tocó a la mano en el segundo toro, Herrera iba casi en el cogote del toro, lo que obligó a su compañero a gritarle que se echara hacia atrás. "Échate pa'atrás, échate pa'atrás..." fueron los angustiados gritos del arreador. Sin embargo, Herrera entendió que había de inclinarse hacia atrás en la montura y el desenlace no pudo ser peor.

Al concluir la carrera, un seriote Carlos Pereira le dijo a su compañero: "oiga, poh iñor, le dije que se echara pa'atrás y no que se acostara en el caballo".

Algunos de los ejemplos más a la mano entre la huasería y que reflejan algún detalle de las personas aludidas, son éstos:

El Garúa (más lo que molesta que lo que moja)

El Charqui de Zorro (por lo arrugado)

Gata Flaca (por su delgadez)

Don Goyo (por lo encorvado)

Vinagrillo (por lo poco positivo)

Pata de Chancho (por la forma de sus piernas)

El Tarro Lechero (por ser bajo y sin cuello)

El Manzana (por el color rojizo de su rostro)

El Cinco (más que suficiente)

El Manjar Blanco (por su color de piel)

El Ocho y Medio (doblemente más que suficiente)

El Yaris (levantado de cola)

El Horno de Barro (Gordo y fumador)

            Incluso, en el ámbito del rodeo hay motes que simplemente reemplazaron a los apellidos. En cualquiera conversación se identifica a la persona por su sobrenombre y éste resulta tan familiar que nadie pregunta de quien se trata. Los ejemplos abundan: Oso Yogui, Coteco, Guataca, Cuero de Rana, Cejudo, Cazuela, Alamo Huacho, Juan sin Ropa, Chincolito, Chercán, Coligüillo, Culebra, Champa, Tallarín, Muñeco, Pava Blanca, Pablo Mármol, Cochero del Diablo y Guru Guru, entre muchos otros.

              

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