Magallanes, donde se hace patria con el rodeo
Por Antonio Arancio Gálvez, enviado especial a Torres del Paine. Envíe sus comentarios a aranciogalvez@yahoo.es.
Lo que vivimos de viernes a lunes en la patagonia
Un romance e instantáneo. Eso es lo que se siente al llegar a Punta Arenas, conocer Puerto Natales y recorrer el bello camino hasta la estancia de Cerro Castillo, que es la capital de la comuna de Torres del Paine.
Lo impresionante del paisaje, el calor y afecto de su gente cala hondo en el corazón de cualquiera. Por Caballoyrodeo.cl hemos recorrido, gracias a nuestro deporte criollo, los más recónditos lugares de nuestro país.
Para ser justo siempre somos excelentemente bien recibidos en todas partes, pero al pisar estas recónditas tierras, estar en la Patagonia chilena -a pasos de la frontera con Argentina-, gozar de las bondades del café El Ovejero, disfrutar de la conversación de Raúl Cárdenas hijo (presidente del Club Torres del Paine) y padre (un señor, jinete de rodeo, amansador, una leyenda en Cerro Catillo).
En medio de este cálido ambiente se acerca una cara conocida: Arturo Ramírez, propietario del Criadero On Turro, quien me dice: "aproveche de conversar con el más grande de la Patagonia, Raúl Cárdenas y su hijo, que es su vivo retrato".
Y así no más fue. Conversamos y recordamos. Hablamos de caballos, de rodeo, de la casi guerra con Argentina a fines de los '70, de las jineteadas, de la Teletón, de la pasión por el caballo chileno y hasta de su presencia en la Guerra del Pacífico. Para mí, una de esas veladas que no se olvidan.
La gente de esta parte del mundo y de nuestro país es distinta. Ellos se divierten diciendo que viven en la República Independiente de Magallanes y yo los convalido. Aquí se respira paz, se respira el aroma de la libertad, aquella que nos deja disfrutar del rodeo chileno tan lejos de todo, aquella que nos aclara por qué nuestro deporte es tan importante.
Ya pasó la jornada de viernes en medio de viajes. Este sábado partió el rodeo con 22 colleras, con buena novillada, con gran ánimo de correr la vaca en amistad, algo que da gusto disfrutar.
Durante la mañana vivimos una jornada de lujo, conociendo las Torres del Paine, a cerca de 90 kilómetros de Cerro Castillo, e impresionados por las montañas, los lagos, y la vegetación, por la tarde volvimos a lo nuestro: las corridas de vaca y la conversa acampada.
Una Serie de Criaderos y cinco Libres se disputaron, con el Criadero On Turro luciéndose y haciendo la pega "tempranito" con tres colleras instaladas en el Champion, mientras que el mejor puntaje le correspondió a Javier Horning y Rodrigo Concha en Reparo y Guindado con 11 de los buenos en dos toros.
Esto amenizado con historias de caza de pumas -leones, como le dicen hidalgamente los dueños de casa-, de jineteadas, rodeos históricos, y padrillos. Algo de "licorcito rubio" calienta el cuerpo en el frío magallánico, que los "nortinos" sí sentimos, y nos vamos a una cena rebosante en amistad y camaradería en el Café El Ovejero, centro neurálgico de esta villa llena de chilenidad.
El domingo nos regocijamos con la bravura de los jinetes y la potencia de los caballos para lograr premiar y atajar unas vaquillas bien complicadas. "Así se corre en esta zona, hay que ponerle", me aclara el "Maradona" (según él por lo bueno para el fútbol), un hombre que lleva 16 años a cargo de la puerta la mano de adelante en los rodeos de esta tierra.
La Serie de Campeones fue un festín de amistad y pundonor. Las colleras debieron redoblar esfuerzo para sumar puntos ante una novillada bien complicada, pero sacaron la tarea adelante.
"Aquí amigazo se hace patria, nosotros mantenemos en pie el rodeo chileno en esta zona tan lejana y que está a sólo kilómetros de la frontera. Eso da orgullo", nos cuenta Arturo Ramírez, quien ganó el rodeo junto a Carlos Correa en Fueguino y Mal de Amores.
Y así le pusimos punto final a un fin de semana de ensueño. Aunque sea majadero: aquí se hace patria con el rodeo y esta gente se merece la ovación más grande del mundo corralero.
Este lunes les escribo desde Puerto Natales, con la satisfacción de haber vivido una gran experiencia y que con entrevistas y fotos se las llevaremos a nuestros lectores. Eso sí... ahora me doy un "recreíto" y me embarco en un bote para ir al Glaciar Grey a tomar un whisky con hielo... ecooooooo.
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