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Rebuscando la punta'e l'ebra IX

Revise la columna d opinión de Arturo Lavín.
Autor:

Por Arturo Lavín Acevedo, alacolemu@hotmail.com

Empecemos a cabalgar por las letras de don Gerónimo, quién así comienza su relato de los hechos acaecidos y vistos por él mismo, es decir, relata desde adentro:

“Viéndome en estas nuevas regiones de Indias y habiendo gastado mis ciertos años, y hallándome con don Pedro de Valdivia en los reinos del Pirú cuando él emprendió el descubrimiento y conquista de las provincias de Chile en nombre de su magestad, determiné de escribir y poner por memoria y hacer una relación y crónica de los hechos heroicos de don Pedro de Valdivia y de los españoles que con él se hallaron en la jornada. Comenzaré del principio que tuvo hasta venir a ser gobernador por su magestad… y de cómo pasó a Indias en tiempo del marqués don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro.”

“Escomenzaré desde el Pirú y en lo que se halló en servicio de su magestad donde contaré toda la conquista y las ciudades que se poblaren y provincias que se descubrieran y temples de tierra y de árboles y de yerbas y de ríos tan caudalosos, y de todos los puertos de mar que se descubrieren y en los grados que cada uno está, y las batallas que con estos infieles hubieron, y de las diferencias de lenguas y diferentes trajes, y de sus costumbres y ritos y ceremonias tan diferentes, puesto que no se haya hallado de quién fue su origen, y sus ceremonias sean gentiles y judaicas, y que sean tan crueles y que en ellos no haya amor ni caridad mas, careciendo de la verdadera que es nuestra Santa Fe Católica…”

Según lo que va relatando Bibar, una vez que Pizarro provisionó a Valdivia como Teniente de Gobernador, en el valle de Yucay a once días del mes de abril de mil quinientos y treinta y ocho años, para la conquista de las tierras de Chile, desde el valle de Copayapo (Copiapó) hacia el sur, despidiéndose del Gobernador, Valdivia se fue al Cuzco, donde hizo pregonar su provisión y levantó bandera de enganche a son de pífanos y atambores. Nombró su teniente y capitán a don Alonso de Monroy, natural de Salamanca e hijo de algo (hijodalgo) y como su maese de campo a Pedro Gómez de Don Benito. Nombró a tres de sus amigos como sus capitanes y los despachó hacia Charcas, a la Villa del Plata y Porca; a Arequipa, y a la Ciudad de los Reyes, pasando por Guamanga, a enganchar gente.

A principios de enero de 1540 Valdivia salió del Cuzco hacia Arequipa con doce soldados a caballo, “no con tanto aparejo como era menester, pero con el ánimo que sobraba a los trabajos que se podían pasar y pasaron en el camino”, encontrándose allí con su capitán Alonso de Monroy, quién no había logrado enganchar a ninguno más en esa ciudad. Despachó a Monroy a Collao (Callao) y que de ahí se fuera a Charcas, mientras el avanzaba hacia Tacana (Tacna), donde esperaría el navío que había encomendado zarpar con bastimentos y gente. Estando ahí llegaron algunos soldados desde la ciudad de Los Reyes (Lima) donde le informaron que el encargado de la nave se había ido a otra parte. Oído esto decidió encaminarse con la poca gente que tenía hacia el valle de Tarapacá, fértil de bastimento.

Estando en Tarapacá, llegó Alonso de Monroy desde Charcas con setenta hombres, “los cincuenta de a caballo y veinte de a pié.” Supo que vendría Francisco de Aguirre y le mandó a avisar que se juntaran en Atacama. También recibió a Francisco de Villagrán (Villagra) que iba como general en la entrada de Pedro de Candia, la que se había deshecho “y no hubo más socorro para la jornada.”

“Pero también diré de otros odres y zaques que se usan, que son hechos de los vientres de los lobos marinos muy lavados de lo acostumbrado pero no limpios del olor del lobo extrañamente perverso porque huele a carne y a pescado manido. Pues el que lleva un zaque lleno de éstos y en la siesta y gran calor, que es más recio que el de España, y tiene la libertad para que pueda beber cuando quiere en aquellos arenales, no le parece que tiene poco ni recibe poco consuelo en haber bebido porque queda tan contento como si bebiera en Guadalquivir.”

“Y con aquel ímpetu caminan y, allegados al jagüey o pozuelos, apéase el buen descubridor y pelegrino conquistador, quita la frazada que lleva en la silla de su caballo y tiéndela en el suelo; echa en ella un poco de maíz tostado que lleva en una guayaca o talega. Algunas veces lo llevan crudo y hace que coma allí el caballo. Echase él de lado y come de lo mesmo porque no hay otra cosa, de suerte que comen el caballo y el caballero en una mesa y beben con una taza porque, cuando tiene sed el caballero y le parece que, por no tocar el zaque que lleva avinado con la harina del maíz, quitase la celada o morrión de la cabeza y entra en el pozo, que es hondo, y saca agua y bebe y da de beber a su caballo y va contento.”

No me digan que en este último párrafo no queda totalmente explicito que desde que Chile es Chile, el caballo fue desde un comienzo más un amigo y compañero de su jinete que un simple animal de uso. Cuando le conté esto a don Leute, me arguyó: “puchas, tendrá qui’abersío remucha la miseria como pa’que un cristiano haya tenío que comer a la par con una bestia.”

Sigamos con Bibar. Salió Valdivia con su gente puesta en orden hacia el valle de Atacama, que está a sesenta leguas. Los indios, muy alejados de pueblos de cristianos, el más cercano era la Villa de La Plata a la que ellos llaman Chuquisacán (Chuquisaca), estaban todos en pié de guerra por haber sido avisados por los que llaman Caperuzones y por los de Guatacondor y de Pica. Habían quemado y escondido todo el alimento para complicar a los invasores. Aquí se produjeron las primeras escaramuzas de las que salieron varios caballos heridos. En dichas cargas, los españoles una vez montados y prestos, en voz alta gritaban al unísono para darse los ánimos necesarios: “¡Cierra España!, ¡Santiago, a por ellos!” Picando espuelas se lanzaban al ataque.

Estando reposando en Atacama (Atacama la chica o Chiuchiu) le llegaron de las Charcas veintitrés españoles con un capitán que se decía Pedro Sancho de Hoces (Pero Sancho de la Hoz), los que fueron bien recibidos. Bibar, aunque no declara su llegada, si cita ya en Atacama (Atacama la grande o San Pedro) la presencia deFrancisco deAguirre, el que ya sabemos había llegado con veinte jinetes y diez hombres de a pié. Pero sí, al abandonar este valle para cruzar el despoblado, hace un resumen de las huestes que seguían avanzando hacia el valle del Mapocho.

“…Por ser la tierra estéril conviene pasar el despoblado en cuadrillas porque, pasando toda la gente de golpe, padecerían gran detrimento las piezas de servicio y las cabalgaduras y ganados.” “Antes que saliesen las cuadrillas hizo reseña el general, y vido toda la gente de servicio que había. Mandó a apartar los viejos y viejas y niños de menos de doce años y todos los enfermos y flacos de enfermedades, y mandoles dar provisión para el camino, y mandoles se volviesen a sus tierras de donde eran naturales.”

“… y mandó a su teniente Alonso de Monroy, que llevó la primera cuadrilla, que llevase todos los azadones y barretas que en el real había para que aderezasen algunos malos pasos que se hallasen en el camino porque los caballos no se despeñasen y para los jagüeyes y pozuelos porque tuviesen agua clara que no faltase para la gente que atrás venía.”

“…la cual salió de Atacama en la orden que se sigue: en una cuadrilla con su caudillo veinte y cinco de a caballo y doce de a pié, a quince del mes de setiembre principio de la primavera, que acá es en tiempo que se han cogido las cosechas y bastimentos y frutos de la tierra.” “Tiénese orden; pasando un día y una noche salió la segunda cuadrilla con otro caudillo, y ansí de grado en grado todas las cuadrillas. En la rezaga salió el general Pedro de Valdivia con la cuarta parte de la gente. Fueron por todos ciento y cincuenta y tres hombres y dos clérigos, los ciento y cinco de a caballo y cuarenta y ocho de pié.”

Poco o nada se dice en las crónicas sobre si iban mujeres españolas, salvo que nosotros sí sabemos que al menos iba una. Tampoco se especifica cuantas piezas de servicio, indios yanaconas y negros, los acompañaban y, aún menos se hace alguna reseña sobre que animales llevaban de arreo, lo que sí sabemos que llevaban. Aquí hay un hecho raro, no se usó para nada la rueda, no se menciona carruajes de ningún tipo y, si bien los naturales aún no la conocían, como tampoco la escritura, los españoles tenían que saber de ella. El como transportaban las aves y porquezuelos, que sí se sabe que trajeron, es una incógnita, porque no es suponible que los hayan traído de arreo. Seguramente deben haber traído mulas y yeguas, amén de algunos perros y tal vez gatos. A este respecto por ahí he leído, que se supone con cierto fundamento que a la llegada de los españoles los aborígenes sí tenían perros y gallinas. Los que al parecer trajeron los pueblos primitivos en su viaje desde el Asia hasta los confines de la América la punta de años antes.

En resumen, a la entrada de los conquistadores a los territorios de las provincias de Chile, sabemos que venían 155 cristianos, de los cuales dos clérigos, y una cristiana y, al menos ciento ocho caballos, sin precisión de cuantos machos, potros y castrados, y cuantas yeguas. Es casi seguro que los curas e Inés de Suarez también venían de a caballo. Esto en lo referente a los seres vivos que provenían dela vieja España, porque, además, venían varios seres originarios dela misma Américay, al menos, algunos que provenían de la morena África. De hecho uno de los primeros encomenderos en las tierras del Maule, en Purapel, fue un conquistador de origen africano, Juan Valiente, negro liberto, que fue muy útil a la conquista y que fue considerado como igual, hasta con derecho a ser encomendero.

Sigamos desde aquí la cuenta de altas y bajas, al menos, en dos ítems; los cristianos o conquistadores y los caballos. Para lo que vamos a ir revisando las páginas escritas por Bibar.

La primera baja entre los cristianos, como ya sabemos fuela de Juan Ruíz, colgado en la horca nada más que entrar Valdivia a su territorio administrativo.

La segunda, de ambos ítems, ocurre así. Había mandado Valdivia a su maestre de campo y otro caudillo, con partidas de doce jinetes, a adelantarse hacia el valle de Guasco y que allí tomasen indios para inquirirles donde tenían escondidas las provisiones, ya que sabían que esos indios ya estaban notificados de su avance hacia el sur. “Lo cual en efecto así hicieron, y en este valle prendieron un capitán general indio del valle por nombre Calaba y hubieron una guazabara con los indios que les venían a quitar a su capitán, en la cual murieron mucha cantidad de indios. Ellos mataron un cristiano y un caballo en unas laderas con unas piedras grandes que echaban a rodar de lo alto de las sierras que ellos tienen a posta puestas para este efecto, las cuales llamamos “galgas”. Es un arma muy peligrosa porque no tienen resistencia después que vienen abajo rodando. … son de tres arrobas y más, y otras de dos quintales cuanto pueden rempujar mucha cantidad de indios.”

Así siguió la expedición pasando por el valle de Coquimbo a cincuenta y cinco leguas de arenales desde Guasco. A otras dieciocho leguas llegaron al valle de Limarí. Al llegar a este punto casi fracasa la expedición, ya que buena parte de ella estuvo sin saber de Valdivia que se había adelantado en busca de provisiones. “Allegados al valle de Limarí donde estaban 20 de a caballo, los cuales hallaron con demasiada congoja y faltos de bastimentos y sin esperanza alguna más de la que en Dios y su Madre Sagrada tenían, porque había nueve días que no comían sino hierbas cocidas en agua y sin sal y no tenían nueva cierta de su capitán.” “Estando en aquesto, llegaron los dos de a caballo que el general había enviado, los cuales, como vieron a todo el campo junto, se regocijaron como hombres que iban regocijados y alegres en llevar nuevas que a todos alegrase, pusieron piernas a sus caballos y arremetieron diciendo a alta voz: ‘Alegraos señores, que Dios es con vosotros y con todos, que el general está a ocho leguas de aquí con tanto bastimento que habrá para diez mil hombres.”

Cuando Valdivia se juntó con todo el contingente, les habló así: “Ya señores y amigos míos, veis como toda la tierra está alzada y el trabajo tan grande que todos habemos tenido en buscar y hallar bastimentos para nuestra sustentación y como los caballos y nosotros estamos en los huesos por buscarla…”.

De ahí siguió Valdivia con sus huestes hacia el valle de Cocambala (Combarbalá), el que estaba despoblado, por lo que siguió hacia el de Chuapa, donde tampoco encontró gente ninguna. Habían recorrido quince leguas más, y en otras quince de recorrido llegaron al valle dela Liga. Andandodoce leguas más llegaron al valle de Aconcagua, el que es más y más abundoso que todos los pasados. Tiene tres leguas de ancho y de la cordillera al mar veinte leguas. Con 22 acequias los indios regaban sus tierras de cultivo, sacando el agua de un caudaloso río. En este valle las huestes españolas residieron por siete meses.

Aquí vamos a volver a las palabras de Bibar, ya que es la primera y, tal vez, única referencia precisa al origen delnombre denuestro país.

“Decíanle los indios a don Diego de Almagro que eran unos indios que habían traído del Pirú que hacía en este valle anchachire, que quiere decir “gran frío”. Quedole al valle el nombre de Chire. Corrompido el vocablo le llaman Chile, y de este apellido tomó la gobernación y reino el nombre que hoy tiene que se dice Chile.” “Los señores de este valle son dos. Sus nombres son estos: Tanjalongo; éste manda de la mitad del valle a la mar; el otro cacique se dice Michimalongo; este manda y señorea la mitad del valle hasta la sierra.”

Arturo Lavín Acevedo, Cauquenes del Maule, agosto del 2011.

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