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Discurso de Luis Valentín Ferrada en firma de convenio con el Ejército

"Cuántas esperanzas se cifran en los frutos de este emprendimiento común", reza el director en su alocución.

DISCURSO EN ACTO DE SUSCRIPCION

ACUERDO EJERCITO DE CHILE

FEDERACION DE CRIADORES DE CABALLOS CHILENOS

Quillota, 3 de Julio del 2015

 

Señores,

         El Directorio de la Federación de Criadores de Caballos Chilenos y las autoridades de todas las Asociaciones Regionales que integran nuestra corporación a lo largo del país, celebran con el mayor entusiasmo e interés esta gran iniciativa que se consagra hoy, con la suscripción de un Acuerdo Marco de colaboración entre el Ejército de Chile y nuestra Institución.                  

¡Cuántas esperanzas se cifran en los frutos de este emprendimiento común, que tantos beneficios pueden llegar a significar para el mayor desarrollo, preservación y cuidado de nuestro caballo nacional, hoy alzado sobre el pedestal que Chile reserva para las joyas de su Patrimonio Cultural y Natural!...

Desde los primeros días de la Patria Independiente, es decir, desde los tiempos de nuestros admirados Generales O”Higgins, Freire, Pinto, Prieto, Bulnes, y el de todos aquellos grandes soldados que viven en nuestra memoria como símbolos de un patriotismo ejemplar, como don Santiago Bueras o don Manuel Baquedano, se hizo evidente de muchos modos una relación espiritual muy propia de nuestra nacionalidad y que une en la conciencia histórica de nuestros ciudadanos dos grandes conceptos hasta fundirlos en  uno solo: Huaso y soldado de Chile.

Unión feliz, a la que nuestra Patria debe sus jornadas más gloriosas,  y que emana de las raíces más antiguas y profundas de la chilenidad.

El Roble, Yerbas Buenas, Rancagua, Chacabuco, Maipú, Topater, Tacna, Campo de Alianza, Lurín, Chorrillos, Miraflores, son las fraguas en las cuales el acero de nuestros soldados y el cobre de nuestros huasos forjaron una personalidad que, como la más noble espada, siempre estuvo presente en  nuestra historia, tanto en los días de paz como de duros desafíos,  puesta generosamente al servicio de la grandeza de la Patria que ambos - huasos y soldados - posiblemente  más que ningún otro, han amado desde siempre incondicionalmente,  sin veleidades ni renuncios.

Hoy nos convocamos para reiniciar con renovadas energías un trabajo que tiene por destino el de perfeccionar, con nuestros mejores medios, las condiciones de desarrollo en la crianza y ocupación de nuestro caballo de raza chilena. Este caballo que tanto valoramos y que cuenta  como grandes ejemplares, entre muchos otros,  al ‘Diamante’ y ‘El Caliboro’ de don Manuel Baquedano, y hasta aquél llamado ‘Carboncillo’ , como nos lo relata una preciosa obra recientemente publicada que contiene las memorias del Alférez  José Miguel  Varela, en ‘Un veterano de tres guerras’.

Es de verdad una curiosidad histórica, también,  (no una casualidad, porque nada es casual en nuestra vida, solo que desconocemos las causas con que la historia teje uno y otro suceso a través de los años) que,  el lugar escogido para iniciar este emprendimiento común entre nuestro Ejército y nuestra Federación,  resulte ser la antigua tierra de los antepasados  de nuestro querido Presidente, don Agustín Edwards.

Hasta 1935, época en que esta propiedad pasó a manos de nuestro Ejército, se había desarrollado durante largos años,  aquí mismo, por don Agustín Edwards Ross y su madre doña Juana, y luego por don Agustín Edwards Mac-Clure,  lo que entonces se llamaba una ‘Hacienda Modelo’, una de cuyas principales actividades fue la de establecer, conservar y proteger la crianza del caballo chileno, en aquellos años de la mitad del Siglo XIX y principios del XX , cuando una cierta indolencia generalizada lo había llevado casi al punto de perderse para siempre, sustituyéndolo por otras razas foráneas que ninguna relación tenían con el medio, la geografía y la historia de nuestro país.

En este mismo sitio, en el antiguo criadero de los señores Edwards, se reprodujo el Guante I, piedra central y cimiente sobre la cual se restableció y preservó la raza propia de nuestro caballo que hoy admiramos,  ejemplar que don Agustín Edwards Ross presentó por primera vez, a nombre de su madre, doña Juana Ross,  con singular éxito en la Exposición de la Quinta Normal en los años de 1882 y 1883.

¿Qué hay de nuevo –se dirá entonces– en este acto en el cual soldados y huasos chilenos se unen para trabajar una vez más en una causa común, desinteresada, altruista  y patriótica ; y qué de nuevo puede encontrarse en todo estos  si, quienes lo hacen, ocupan el mismo sitio en el cual  más de un siglo atrás,  esfuerzos visionarios de esta misma clase  ya lo realizaban los antepasados de nuestro actual Presidente Honorario?...

La novedad consiste precisamente en esto: en que sin  importar los muchos años que hayan pasado … ni lo mucho que hayan cambiado las circunstancias desde entonces, en todo orden de cosas  ... ni el hecho de que existan cientos de antecedentes preteritos de trabajos comunes en los cuales soldados y huasos siempre marcharon  unidos…  sigue siendo cierto hoy -  y no cosa del pasado -  que debajo del  uniforme militar de cada soldado chileno junto a su pecho hay una manta… y que bajo toda manta huasa siempre se encontrará un soldado.

Novedad antigua y presente que acredita cuan fuertes, trascendentes y valiosas son las tradiciones, cuando ellas emanan de los auténticos latidos del alma nacional.

De allí nuestra alegría señor Comandante en Jefe, porque mientras esta unión histórica huaso-soldado chileno permanezca en el tiempo invariable, cualquiera sean los desafíos que nos depare el mañana, siempre podremos decir que Chile y la Patria mantendrá su espíritu fundacional inconmovible.

Reciba pues esta mañana, el Ejército de Chile, sus más altos Oficiales Jefes y sus soldados, la  noble gratitud de todos quienes dedican en nuestros campos sus mejores esfuerzos por preservar y engrandecer la raza de nuestro caballo chileno, sabiendo que vuestra contribución resultará decisiva para el buen éxito de este histórico empeño propio de nuestra antigua y noble cultura campesina, al que la Patria debe mucho en todas las etapas del desarrollo de su destino.   

GRACIAS.

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