La historia de Ricardo Soto en el Criadero San Amalio, cuando el trabajo es bien recompensado

- Reportaje recopilado de la sección de las Asociaciones del Anuario de la Federación Criadores de Caballos Raza Chilena de 2017.

Con poco más de 20 años en la crianza, Ricardo Soto Campos, fundador y dueño del Criadero San Amalio, ha trabajado de manera ardua y por fin esos esfuerzos han valido la pena para él y para quienes lo han acompañado en este largo transitar.

Soto supo del caballo chileno desde muy niño, aunque según sus propias palabras, comenzó a criar ya "viejón", algo que sin embargo, le permitió ir aprendiendo poco a poco el arte de la crianza y del arreglo.

"Fui criado en el campo. A mi padre, que es de acá de la zona, le gustaba mucho el rodeo y la crianza, pero él nunca corrió y se dedicó mucho a colaborar con la gente de los clubes de rodeo, con los criadores, era de muchas amistades, y también tenía parientes corraleros, como la familia Alfaro. Yo corrí una vez cuando era joven, pero empecé a criar ya viejón, cerca de los 30 años", cuenta Soto, quien justamente toma el nombre del criadero en honor a su padre.

"El San Amalio nace en 1996 con la inscripción de su primera cría, el Tribunal. De a poco fui aprendiendo de las sangres, y en ese sentido he ido tratando de mejorar, he ido leyendo, así es que he tratado de ir aplicando eso y tratando de conjugar eso a la hora de hacer la cruza, y afortunadamente, al parecer no he estado tan equivocado, por-que los caballitos que he ido sacando han servido. Con el correr de los años, tuve la suerte de adquirir un potro, La Invernada Fiestero, que era hijo del Santa Isabel Aceitero y nieto del Escorpión, y por parte de madre, tenía sangre del Criadero Curiche a través del Campanario. Ese potro falleció de 12 años, pero fue muy bueno en la reproducción junto con la Rinconcillo Esclavina II, yegua que tenía muchas buenas líneas de sangre, porque su madre era nieta del Coirón III", añade.

Justamente esa cruza es la que le está dando buenos resultados corraleros a Soto.

"Yo lo veo como una bendición, como un premio al esfuerzo, porque uno hace un sacrificio grande y a veces dan ganas de tirar la toalla, pero estos premios a uno le permiten seguir adelante, y queda dar las gracias a todos a quienes a uno lo han acompañado, Marcelo Tapia y ahora Héctor Corvalán, y en especial a Manuel Ibáñez, de quien estoy eternamente agradecido, puesto que fue quien me orientó en las técnicas básicas del arreglo del caballo para el rodeo chileno", dice Soto, quien seguirá esa línea de cara al futuro.

"Ahora tengo en reproducción a la Come Dulce y a la Doña Punta, y a ambas las he movido, pero yo creo que se quedarán en la reproducción. Ambas son hijas del Fiestero y la Esclavina II, al igual que los caballos que tengo completos, así es que la idea es seguir en ese camino", explica Soto."He buscado darle más estructura a mis caballos con buenas madres. El sueño de todo criador es llegar a la conjunción de la funcionalidad y la morfología, y espero seguir mejorando de a poco. De momento, la idea es tener caballos vaqueros", finaliza.