Anuario de 2006: Manuel Fuentes, la luz inagotable del "Farol"
Una linda nota dedicada al gran Manuel "Farolito" Fuentes, escrita por Jorge Inostroza, fue publicada en el Anuario de 2006 de la Federación del Rodeo Chileno.
Revisa la transcripción del artículo:
Manuel Fuentes: La luz inagotable del "Farol"
Como la tonada, pasan y pasan los años… y Manuel Fuentes sigue con su amplia y permanente sonrisa como sello inconfundible. Arreglador paciente como los de antes, pilar del Santa Elba en la década de los 70, campeonísimo del rodeo, disfrutó como nadie su labor de capataz en el pasado Campeonato Nacional. "Es que yo veo un caballo y me vuelvo loco", exclama con entusiasmo.
Por Jorge Inostroza F.
El que nace chicharra muere cantando. Querido y recordado Manuel Antonio Fuentes Alarcón, el popular "Farolito", se sintió a sus anchas, casi como cabro chico, realizando su labor de capataz en el último Campeonato Nacional. "¡Es que para mí, el rodeo y los caballos son todo"!, exclama, como buscándole un argumento a tan elocuente disfrute de su pasión. "Su sonrisa es como una sandía recién abierta" escribió Raúl Pavez cuando logró el título en 1973, superando precisamente a su primer compañero de corridas y con quien se crió en el mismo fundo en Las Cabras, Patricio Fresno.
De larguísimo recorrido en el rodeo, con amigos por todos lados, con patrones a los que recuerda con cariño, con caballos que fueron fruto de su paciencia, como Rival, Campero y Cachazo y con dos títulos de Chile, confiesa sin tapujos que "veo un caballo y me vuelvo loco". En la actualidad está trabajando con Carlos Soto, "a quien le estoy armando lo que tiene, ya que estamos partiendo con manquitos nuevos".
Pese a sus "setenta y tantos", ríe con la facilidad de siempre pero ahora se emociona más fácil, en especial cuando se le recuerda su paso por el Santa Elba. Fue uno de los tridentes de este emblemático criadero curicano que forjó su grandeza con la presencia de Ruperto Valderrama, hasta los 70; luego, en una segunda fase fue el turno de Manuel Fuentes ("no era fácil reemplazar a don Pelé") y el gran ciclo del plantel de Ramón Cardemil se cerró con los Navarro, Feña y Chiqui.
Sobre su incorporación al Santa Elba, tiene claritas las fechas. "Yo estaba corriendo con Hugo Cardemil, que más que patrón y empleado, éramos amigos. En el Campeonato Nacional de Osorno, en enero de 1970, On Ramo me pidió prestado a su hermano y así partió todo. Cuando me fui de su lado, a comienzos de los 80, lo hice por intereses personales. Salí bien de ahí, sigo estimándolo mucho y cada vez que hablamos hacemos hartos recuerdos".
Con Ramón Cardemil a su lado, "Farolito" fue campeón de Chile en 1973 en Tabacón y Trampero (22) y terceros en Burlesca y Princesa (20); con Bellaco y Rival remataron terceros en 1977, segundos en 1980 y finalmente campeones en 1981, la vez en que "el patrón corrió con un pie inmovilizado y amarrado al estribo; no pudo bajarse a recibir los premios ni menos a bailar la cueca".
Pero a este huaso de tomo y lomo le quedaba cuerda en la carretilla: ya retirado "muy en buena" del Santa Elba, en la final de 1987 tuvo de la cola el título nacional junto a Pato Fresno en Tranquiloy Campero, éste otro producto hecho y criado por él. También se llenó de elogios en la serie campeones de 1990, donde montó a otra de sus joyitas, el Cachazo.
UN FAROL LUMINOSO
Viudo hace dos años, "Farolito" encuentra compañía en los caballos y en el rodeo. Pese a todo lo que sabe y conoce, no anda por la vida dando consejos ni recetas a no ser que los pidan. "Oiga, ha cambiado tanto esto. ¡Si uno ahora levanta una piedra y aparece un arreglador! Hay re'mucha gente joven dedicada a los caballos y han aparecido muchos de la noche a la mañana, pero cierro mi boca. ¡No vaya a ser cosa que el equivocado sea yo!", dice sin ironías.
- Pero si le pidieran un consejo sobre el arreglo ¿qué diría?
"Que a los caballos hay que educarlos igual que a los hijos. Si usted quiere que su niño le salga bueno, primero que estudie y aprenda y después exíjalo. Con los mancos hay que estar horas y horas enseñándoles. No es llegar y sacarlos. A esta juventud que hoy está dedicada a armar caballitos, yo con el mayor orgullo les digo que tengan mucha, pero re'mucha paciencia".
Con gran convicción insiste en que el rodeo se lo ha dado todo…menos a su hijo Jorge corriendo como fueron sus deseos. "Fíjese –recuerda- que estando en el Santa Elba, On Ramo me dijo que echáramos de a caballo al chiquillo, que fuera también arreglador y jinete. Lo intentó, tenía hartas condiciones, pero lo mató la presión que él veía con este trabajo y se dedicó a los estudios".
Luego de desvincularse del Santa Elba ("lejos el mejor período de mi vida corralera, fue lo más grande"), Manuel Fuentes se fue a Talca para armarle el criadero San Ignacio a José Díaz; después partió al Casas de El Milagro de Tomás García y siempre en la misma zona, remató en El Chubasco de Alejandro Tornero.
Aunque hizo y tuvo muy buenos caballos, confiesa con evidente emoción que Rival y Bellaco le dejaron los más grandes recuerdos de su vida corralera. El "gran Bellaco" –como lo define "Farolito"- (hijo del Taco y la Percala), y el Rival (hijo del Rigor) fue la collera que más satisfacciones dio a esta pareja mientras permaneció junta.
Recuerda con nitidez cómo llegó el Rival al Santa Elba: "un día, On Ramo me avisó que venía un camión con ganado desde Osorno y también llegaría este caballo, que el finao Alberto Schwalm había echado pa'fuera. Era de 7 años y el patrón me dijo que lo ensillara y que yo viera qué hacía… Oiga, lo llevé a la medialuna y resultó impresionante. 'Ya pues, me advirtió, ahí tiene trabajo para todo el invierno". Y ahí lo ve, después fue campeón, subcampeón y tercero".
Y respecto del Bellaco, "Farolito" no se guarda elogios: "es el potro más grande que ha habido en Chile, oiga. ¡Tremendo! De una docilidad increíble. Reconozco que yo lo amansé, pero lo trabajó y lo topeó el patrón. Por eso que se entendieron siempre tan re'bien".
Todavía con esa muletilla pegada de "será, pues", tan típica de On Ramo Cardemil, "Farolito" conserva intactas sus virtudes de modestia, respeto y don de gente que el mundo corralero le conocieron cuando apareció en las pistas grandes, tras ser recomendado por Enrique Pino, "porque es un cabro con hartas condiciones, trabajador y bien humilde". Sólo unas cuantas arrugas y las canas han cambiado la fisonomía de este risueño eterno, a quien un día sus compañeros de escuela rural bautizaron con el nombre del payasito que vieron en un circo que visitó el pueblo.
Y desde esa vez, quedó como "Farolito" para siempre.