Anuario de 2005: Un 7 para Atacama
En el Anuario de 2005 de la Federación del Rodeo Chileno fue publicado un artículo que relata los detalles de la realización un año antes del primer gran Rodeo de la Minería.
Revisa la transcripción de la nota:
Los ecos del Rodeo de la Minería
Un 7 para Atacama
El último fin de semana de agosto del 2004, la medialuna de Copiapó fue escenario de un rodeo ejemplo de organización, con excelentes novillos y con la presencia de grandes colleras de casi todo el país. Aunque lo niegue, el artífice de tal éxito fue el general Alfonso Bobadilla, un huaso de tomo y lomo, nieto e hijo de corralero.
Por Patricia de la Barra
Fueron muchas las voluntades que se aunaron para que el rodeo de Atacama, en la medialuna de Copiapó, saliera a pedir de boca: la total entrega de los varones y las damas organizadoras, el especial aporte de las asociaciones del norte, la colaboración incondicional de los empresarios de la zona, el empujón que dieron los directores de la Federación para que no se desperdiciara un esfuerzo de estas características y, fundamentalmente, el liderazgo asumido por Alfonso Bobadilla.
General de Carabineros, a Alfonso se le recuerda por sus innumerables éxitos en la equitación nacional: campeón chileno y sudamericano de salto, fue cuarto en un Panamericano y hasta supo de defender los colores nacionales en los Juegos Olímpicos. "Pero, ojo –advierte- antes de los concursos hípicos fui un huaso de tomo y lomo, ya que mi abuelo y mi viejo Florentino Bobadilla, ahora con más de 80, fueron corraleros y bien montados en la provincia de Ñuble. Claro, cuando a los 19 años ingresé a la Escuela de Carabineros, al no haber rodeo, me dediqué de lleno al salto. También participé en Concurso Completo y en Adiestramiento. Pero mi origen es la medialuna".
En su campo cercano a Chillán, donde ya retirado de la policía uniformada se dedica a labores agrícolas, Bobadilla muy hidalgamente cuenta que la idea del gran rodeo de Copiapó o de Atacama y que se conoció oficialmente como "Rodeo de la Minería", nació de una conversación en unas actividades de Carabineros en Copiapó con distintos empresarios y sus esposas. Recuerda: "Como sabían que yo era un amante de los caballos, no solamente de la equitación, sino de los corraleros, me insinuaron que organizáramos un rodeo; en primera instancia lo encontré difícil porque la zona no se presta por distancia, por ausencia de ganado y porque, por experiencia, en ese territorio se hacen rodeos pero chiquititos. Lo que impulsó definitivamente la idea fue el rol que asumieron los empresarios mineros. Al golpear por primera vez sus puertas nos preguntaban '¿qué tenemos que ver nosotros con el rodeo?'. Y les respondía: miren dentro de sus cuadros de trabajadores y se encontrarán con funcionarios que provienen del sur y del campo, y que estarían felices de reencontrarse con sus raíces".
La meta fue hacer un rodeo interasociaciones común y corriente, pero "las cosas se fueron dando tan favorablemente que terminó siendo un megaevento, que esperamos repetir el 2005, para lo cual ya se pidió fecha", revela el general.
La vara quedó bastante alta…
Con mucho orgullo puedo decir que debe ser el único rodeo que atendió así: se les dio alojamiento a los corredores y a los petiseros; a los arregladores se les hizo un cóctel de bienvenida, se les invitó a una misa criolla estupenda, se les agasajó con un almuerzo corralero y los premios no fueron de mala calidad. El ganado también fue muy bueno y tuvimos que devolver el valor de las entradas el domingo porque no cabía más gente en la medialuna.
Alfonso, ¿qué hay del juramento que le hizo cumplir la gente de la organización para que usted volviera?
Hay una amistad bastante grande entre todas las personas que conforman este comité ejecutivo y también entre las distintas comisiones, y una vez que terminó el rodeo nos juntamos para hacer una evaluación y me exigieron que me comprometiera con ellos, bajo juramento, de que iba a estar el 2005 estando activo o en retiro en Chillán. Si estaba en retiro me iban a mandar a buscar, y así lo hicieron: tuve que viajar a Copiapó en abril para iniciar los preparativos del segundo gran Rodeo de la Minería.
¿Cómo lo hizo para que llegaran colleras de tanto renombre?
Soy algo conocido en el ambiente corralero y tengo grandes amigos, sé la calidad de personas que son y saben que organizar un rodeo en la zona norte es muy difícil. Ellos fueron a apoyar este rodeo. Les agradezco mucho a Benjamín García-Huidobro, al Lalo Cortés, a Juan Carlos Loaiza, al Lalo Tamayo, a José Antonio Urrutia, a Rodrigo Errázuriz, a toda la Asociación Coquimbo, que fue en masa. Viajaron también de Temuco, de Limarí, de San Felipe, de Los Andes, de Santiago, desde donde llegó José Miguel Guzmán con un equipo completo. Hay que dejar en claro que este rodeo no lo hace solamente Alfonso Bobadilla, pues hay un grupo de empresarios, de comerciantes, de personas entusiastas con las cuales nos reunimos en las noches a trabajar, todos con una entrega tremenda. Tengo que destacar a Juan Zavala, al presidente del club Copiapó y de la Asociación Atacama, Miguelito Pérez, al presidente del club Vallenar. Y no dejemos al margen a las mujeres, partiendo por la ex intendenta y actual ministra de Mideplán, Yasna Provoste, que se sacó los zapatos trabajando; la Chabela Grau, la Danitza, la Sofía, la Carolina Botto, la Pilar, la Georgette, un montón de damas valiosísimas, que demuestran el interés de llevar algo lindo a su Región.
¿Cómo se las arregló con los novillos?
Era uno de los temas más inquietantes: si no hay ganado, no hay rodeo. Así que lo primero que hice fue tomar contacto con don Jaime Perelló para que me diera una manito. Me dijo: "Alfonso, me pillaste muy encima, pero yo por último te compro ganado y lo pongo allá mismo", y se puso con 50 novillos. Por un dato llegué donde un empresario en Ovalle y hablé con su gerente general, quien resultó haber sido compañero mío de colegio, José Puga. Me dijo "no te preocupes y voy a seleccionarte los mejores 130 novillos, con camiones incluidos". Ahora ya me anunció que hará lo mismo.
Por último, Alfonso Bobadilla dice estar agradecido de los directores de la Federación, porque cuando acudió a ellos, lo apoyaron: "Don Italo Zunino ya era presidente e hizo una reunión en su fundo y motivó a los presidentes de asociaciones para que enviaran gente. Chalo Vial también me apoyó mucho, al igual que Pablo Baraona, pero lamentablemente no pudo viajar a correr. La amistad sigue siendo clave para el éxito de los rodeos".