El Tiki Tiki Ti de Septiembre
El mes de septiembre en Chile es un tiempo de orgullo y celebración, un período en el que la chilenidad florece en cada rincón del país. Es una época para reencontrarse con nuestras raíces, para vivir y revivir las costumbres huasas y campesinas, y para reconocer los oficios que han forjado nuestra identidad nacional.
La “Chilenidad”, esa esencia que nos distingue, se manifiesta con fuerza durante el Mes de la Patria. Es un tiempo en el que los chilenos recordamos y valoramos nuestras tradiciones, no solo como un legado del pasado, sino como un componente vital de nuestra cultura actual. Las “costumbres huasas” se ponen de relieve en las fondas y ramadas, donde los huasos, con su indumentaria tradicional, nos recuerdan la importancia de la vida rural y el respeto por la tierra y los animales.
Entre estas tradiciones, la figura de las “cantoras” ocupa un lugar especial. Con sus tonadas y décimas, ellas mantienen viva una rica tradición musical que ha sido transmitida de generación en generación. Las cantoras no solo son intérpretes, sino también guardianas de un patrimonio cultural que refleja la vida y el sentir del campo chileno. Sus voces, acompañadas de guitarras y acordeones, evocan las historias de la tierra, del amor, y de la vida cotidiana, convirtiéndose en un puente entre el pasado y el presente.
Otro oficio que ha sido clave en la preservación de nuestras tradiciones es el de los “talabarteros”. Estos artesanos, con manos hábiles y dedicadas, crean las monturas, espuelas, y otros implementos que son indispensables para el huaso y su caballo. La talabartería no solo es un arte, sino también una expresión de la identidad chilena, donde cada pieza elaborada lleva consigo el orgullo de un oficio ancestral que se resiste a desaparecer en un mundo cada vez más industrializado.
El Mes de la Patria también nos invita a reflexionar sobre la importancia de otros oficios tradicionales que han sido pilares fundamentales de la cultura chilena. Desde los tejidos de lana de alpaca en el norte, la cerámica de Pomaire, los trabajos en cuero del sur hasta los tejedores de Chiloé, cada uno de estos oficios ha contribuido a tejer el mosaico de nuestra identidad nacional. Son trabajos que, más allá de su función utilitaria, son expresiones de creatividad, resistencia, y amor por lo propio.
En medio de todas estas tradiciones, el “caballo de pura raza chilena” se alza como un símbolo indiscutible de nuestro orgullo nacional. Este noble animal, reconocido como Monumento Natural, es testimonio de la profunda relación entre el hombre y el caballo en la historia de Chile. Su fortaleza, agilidad, y lealtad lo han convertido en el compañero inseparable del huaso, y su reconocimiento como patrimonio vivo subraya la importancia de proteger y valorar nuestras raíces.
Este septiembre, más que nunca, celebremos con orgullo nuestras tradiciones, nuestros oficios, y nuestra chilenidad. Recordemos que en cada tonada cantada, en cada montura elaborada, y en cada caballo que galopa, vive la esencia de lo que significa ser chileno.
¡Viva Chile y sus tradiciones huasas y campesinas!